martes, 13 de mayo de 2014

Ascensor

El ascensor se elevaba muy lentamente. Imaginaba que estaba subiendo, lo suponía de hecho, porque no tenía la certeza de si subía o bajaba. Se movía tan despacio que había perdido el sentido de la dirección. Era tan lento su avance que mismamente podría estar inmóvil. O no. Lo que sí sabía a ciencia cierta era que, si yo lo estaba oliendo, mi vecino del quinto también estaba disfrutando de aquel pedo que silenciosamente azotó nuestras fosas nasales hacía una eternidad.

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